Actualmente, además de su rol estratégico dentro de la Presidencia de CIE, funge como Directora de Eventos Familiares y Teatro en OCESA, reafirmando su compromiso con la expansión del arte escénico y la cultura al alcance de públicos cada vez más amplios y diversos.
En Center Stage tuvimos el placer de conversar con Julieta González, quien se ha distinguido como una figura clave en la gestión, programación y producción de eventos culturales y espectáculos escénicos de gran formato en México y América Latina durante más de tres décadas.
Su carrera comenzó en 1987 como jefa de eventos especiales del Festival Internacional Cervantino, donde no sólo coordinó los aspectos operativos, sino que fue pieza fundamental en la promoción de artistas de talla internacional como Pina Bausch, Robert Wilson, Kronos Quartet, Joaquín Sabina, Michael Nyman, Lindsay Kemp, Carbone 14, Cirque Eloize, Tomasz Pandur y el Cullberg Ballet, entre muchos otros. En 1992 fue nombrada Directora de Programación del festival, cargo que desempeñó hasta 1997.
En 1998 se incorpora a OCESA como gerente de eventos culturales, donde lidera la promoción de proyectos de gran impacto como Riverdance, Buena Vista Social Club y Afro Cuban All Stars. Poco tiempo después, encabeza la producción de la primera versión en español del musical El Fantasma de la Ópera, abriendo paso a una sólida línea de producciones teatrales como Chicago, Bésame Mucho y La Bella y la Bestia, que marcarían un antes y un después en la escena del teatro musical en el país.
En 2001 asume la dirección de MAT Theatrical and Entertainment, empresa de CIE dedicada a negociar licencias teatrales para mercados como México, Argentina, Brasil, Chile y España. Tres años más tarde, en 2004, es nombrada Directora de Operaciones de la División Internacional de CIE, donde lidera la negociación de los contratos del Cirque du Soleil para su primera incursión en Brasil, Chile y Argentina.
En 2008 ocupa el cargo de Directora de Proyectos Especiales en la Presidencia Ejecutiva de CIE, donde impulsa el desarrollo e implementación de proyectos estratégicos en el ámbito cultural y del entretenimiento. En 2013 retoma la producción teatral como Productora Asociada de Wicked, marcando la inauguración del Teatro Telcel. También ha participado como Productora Asociada en montajes de gran formato como El Rey León y Los Miserables.
Actualmente, además de su rol estratégico dentro de la Presidencia de CIE, funge como Directora de Eventos Familiares y Teatro en OCESA, reafirmando su compromiso con la expansión del arte escénico y la cultura al alcance de públicos cada vez más amplios y diversos.
Julieta González es Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad Iberoamericana, cuenta con un diplomado en Dirección de Empresas por el Instituto Panamericano de Dirección de Empresas (IPADE), y un diplomado en Financiamiento y Economía de la Cultura por la Universidad de Paris-Dauphine.
Un Antes y un Después en el Teatro Musical en México
La incursión de OCESA en el teatro musical marcó un antes y un después en la industria del entretenimiento escénico en México. Fue en 1997 cuando la empresa abrió el telón por primera vez en el Teatro Orfeón con La Bella y la Bestia, producción de Disney Theatrical que representó un cambio radical en la forma de montar obras de gran formato en el país, introduciendo estándares internacionales de producción, montaje y operación técnica. Este acontecimiento clave dio inicio a una firme tradición de musicales de réplica que colocaron a México en el mapa del teatro musical global.
A lo largo de los años, títulos como RENT, El Fantasma de la Ópera, El Violinista en el Tejado, Los Miserables, Wicked, El Rey León y, más recientemente, Aladdín, han conformado un repertorio de excelencia. Julieta González ha sido una pieza clave en esta evolución, participando desde sus inicios en la planeación, producción y gestión de estas producciones, fortaleciendo un modelo de producción teatral que ha transformado la experiencia escénica para el público mexicano.
Un Giro Inesperado Hacia los Escenarios
Julieta González no planeaba dedicarse a la producción cultural. De hecho, su vocación inicial la encaminaba hacia una carrera diplomática. “Fue una total casualidad”, confiesa.
Originaria de Tampico, su objetivo era mudarse a la Ciudad de México para estudiar Relaciones Internacionales, carrera que cursó en la Universidad Iberoamericana a partir de 1983, tras un año en su ciudad natal estudiando Derecho como una alternativa provisional.
Desde el inicio se destacó como una estudiante brillante. “Siempre fui súper nerd”, dice entre risas. Su tesis sobre la revolución en Nicaragua fue reconocida con mención honorífica, y todo apuntaba a una trayectoria dentro del ámbito internacional. Sin embargo, circunstancias familiares la obligaron a regresar temporalmente a Tampico para terminar su tesis. Fue entonces cuando apareció la oportunidad que lo cambiaría todo: una plaza eventual en el Festival Internacional Cervantino.
Lo que empezó como una estrategia de permanencia, terminó por convertirse en su verdadera vocación. “Llegué por precariedad”, afirma. “Me ofrecieron un trabajo, que me permitiría volver a la ciudad, titularme y buscar un lugar en la carrera diplomática”. Pero el Cervantino no sólo le dio estabilidad, le dio también un nuevo propósito.
Con el paso del tiempo, Julieta fue asumiendo mayores responsabilidades dentro del Festival, hasta convertirse en Subdirectora de Programación.
Después de una década en el Cervantino, sintió que había llegado a un punto de inflexión. “Amaba lo que hacía, pero no veía una evolución posible. Ser directora del Festival era lo que seguía, pero todos sabemos que esos cargos suelen tener un componente político, y yo no tenía las conexiones”.
Renunció sin saber qué vendría después y, apenas unas horas después de entregar su carta de renuncia, recibió la noticia de que había ganado una beca para estudiar un diplomado en Administración Cultural en Francia. Decidió que era momento de cambiar de rumbo y partió a Europa.
Lo que no sabía era que ese mismo año, OCESA la estaba buscando. En 1998, había producido junto con el Cervantino y el apoyo del British Council una función inaugural del grupo Stomp. Esa colaboración fue tan significativa que OCESA quiso seguir trabajando con ella. “Me ofrecieron un puesto y les dije: ‘No, gracias. Me voy a Europa’”.
Sin embargo, ese primer cruce marcaría el inicio de una de las etapas más trascendentes de su carrera.
El Inicio de una Colaboración Duradera
¿Qué fue lo que vieron en ella? Julieta González no tiene una respuesta definitiva, pero sí una historia que explica cómo su llegada a OCESA fue, nuevamente, una suma de encuentros fortuitos.
“Al principio hubo algunas coincidencias curiosas”, recuerda Julieta entre risas. En aquel entonces, Federico González Compeán —quien recién había iniciado el área de teatro en OCESA tras años de éxito en la producción de conciertos— comenzaba a formar un nuevo equipo para el musical La Bella y la Bestia, con Lorena Maza liderando el proyecto artístico. El problema: varios de los integrantes clave del equipo del Festival Cervantino estaban siendo reclutados para esta nueva etapa. El Cervantino, al ser un trabajo eventual, no podía competir en estabilidad laboral.
Poco después, surgió la posibilidad de presentar en México a Stomp, el innovador espectáculo de percusión y movimiento. Julieta ya había gestionado la participación de la compañía inglesa como función inaugural del Cervantino, y al coincidir con el interés de OCESA por presentar una versión del mismo espectáculo, propuso una colaboración que permitió a ambas instituciones sumar esfuerzos. Así nació una primera alianza que sembraría las bases de una relación profesional duradera.
Esa experiencia fue decisiva. Al poco tiempo, González Compeán la volvió a buscar, interesado en seguir explorando nuevas producciones con ese mismo espíritu. “Creo que vieron a una guerrera”, dice Julieta. “Una mirada distinta, con sensibilidad y otra forma de entender la producción”.
A pesar de haber ganado una beca para estudiar en Europa, su paso por Francia le confirmó que su lugar no estaba allá. “Me di cuenta de que no quería ser extranjera en ningún lado. No era lo mío”. Poco después, aceptó la invitación formal de OCESA y comenzó su camino con la compañía, donde eventualmente se convertiría en una figura clave en la transformación del teatro musical en México.
De la Curaduría a la Taquilla: El Giro Hacia la Producción Comercial
Julieta González ha liderado proyectos emblemáticos como El Fantasma de la Ópera, producciones de Cirque du Soleil y montajes bajo licencias de Disney.
Al preguntarle sobre las diferencias entre producir este tipo de espectáculos en México y en otros países, aclara que su perspectiva fue transformándose con el tiempo. “Más que comparar cómo se hace en otros lugares, lo que marcó la diferencia para mí fue pasar de una lógica cultural, como la del Cervantino, donde no existía la presión de vender boletos, a un modelo comercial en OCESA, donde la sostenibilidad financiera y la venta de entradas son esenciales. Ahí descubrí lo que significa realmente producir, y sobre todo, promover espectáculos”.
“Al principio, cuando estaba en el Cervantino, no me consideraba productora, sino más bien una curadora o programadora. Mi trabajo era seleccionar, junto con la dirección del festival, la mejor programación posible. En ese entonces ni siquiera sabía que el trabajo de producción existía como tal”, comenta Julieta.
“En el Cervantino, mi enfoque era la calidad artística y la programación, sin preocuparme por la venta de boletos, porque eso no era una prioridad en ese contexto. En OCESA es distinto: nuestro objetivo es traer eventos exitosos, vender boletos y lograr que los proyectos sean rentables. Pronto entendí que además de productora, soy promotora; me encargo de que los eventos sean sustentables, y coordino con el equipo de marketing para que funcionen comercialmente”.
Cuando OCESA inició operaciones en Argentina y España, Julieta fue invitada a producir El Fantasma de la Ópera, aunque reconoce que en ese momento no tenía experiencia en producción teatral: “Muchos años después he dicho que fue en OCESA donde realmente me formé. Sin esa oportunidad, no habría entrado a este medio”.
Finalmente, compara ambos mundos: “Mientras en el Cervantino no estaba pendiente de cuántos boletos se vendían, en OCESA empiezo mi día revisando las cifras de Ticketmaster, las ventas pendientes, los presupuestos. Son responsabilidades muy grandes que, aunque a veces me resultan complicadas, representan un reto y un aprendizaje constante”.
Una de las grandes incógnitas en el mundo del teatro es qué factores determinan el éxito de una obra en México. ¿Es el título lo que atrae? ¿El elenco, la calidad de la producción o una estrategia de marketing efectiva?
Para Julieta González, la respuesta no es tan sencilla: “No hay una fórmula exacta, es un misterio… una combinación mágica de todo eso”.
Como ejemplo, menciona el caso de Anastasia, una producción que originalmente fue pensada como un proyecto intermedio, mientras se concretaba el regreso de El Rey León en su segunda temporada. “Aladdín fue primero, luego Anastasia y ahora El Rey León. Yo pensaba que Anastasia sería una obra que no era muy cara, que nos permitiría ocupar el teatro y mantener al equipo activo. Calculábamos una venta moderada de boletos, nada fuera de lo común”, explica.
Sin embargo, la realidad superó las expectativas. Julieta había visto la obra en Broadway varios años antes, y la recordaba como una producción basada en proyecciones. “Lo que cambió la experiencia fue que la tecnología avanzó muchísimo entre ese entonces y el momento en que la presentamos en México. Esa evolución transformó visualmente la puesta en escena y la hizo mucho más atractiva”.
En contraste, El Rey León representa una apuesta de dimensiones mucho mayores. “Cuesta seis veces más que Anastasia y es diez veces más complicada en términos técnicos. Tiene mucha más escenografía, más elementos móviles… Y aunque pongas todo de tu parte, nunca sabes con certeza qué va a pasar. Es una apuesta diaria: te levantas viendo tus números de taquilla, cuantos boletos se han vendido y los que aún faltan”, comparte Julieta.
Para ella, producir en México implica entender que el éxito no depende de un solo factor, sino de una suma de decisiones creativas, estratégicas y humanas. Y aunque el teatro es un terreno incierto, ese mismo misterio es parte de lo que lo vuelve apasionante.
El Secreto Detrás de una Audición Exitosa
A lo largo de su trayectoria, Julieta González ha estado cerca de innumerables artistas.
“Hay algo que siempre veo como fundamental: hacer una muy buena audición. He visto personas que, desde el primer llamado, me parecen brillantes, que pienso ‘esta persona lo va a lograr’, y de pronto, en el segundo o tercer callback, se caen. Algo se pierde y no sabes por qué.”
Aunque ella no elige directamente al elenco —ya que las producciones con las que trabaja se realizan bajo licencia, con equipos creativos internacionales que viajan a México para hacer la selección—, sí observa todo el proceso.
Yo convoco las audiciones, pero quienes eligen al elenco son el equipo creativo asignado por el licenciante, que tiene la última palabra. Para mí, es un momento de mucho aprendizaje: ahí es cuando realmente comprendo a los personajes. Por más que haya visto la obra en siete países y en distintos idiomas, no se profundiza igual que al presenciar el proceso de audición.”
Esa cercanía le ha enseñado que incluso pequeños errores pueden definir el rumbo de un casting. “A veces los actores se derrumban por no seguir una instrucción. Algo tan simple como no respetar la marca en el piso puede afectar cómo se percibe tu proyección. O improvisar cuando no te lo piden. Si el director te da una indicación, síguela. En estas producciones, el personaje ya está construido, probado. Tu trabajo es interpretarlo con tu sello, pero sin desviarte”.
Julieta también subraya la importancia de confiar en el proceso y en quienes lo dirigen. “A veces el equipo creativo ve más en ti de lo que tú mismo alcanzas a ver. Pero si no estás dispuesto a escuchar, a seguir una dirección, no hay forma de avanzar. Ese personaje ya está escrito, y quienes toman la decisión están deseando encontrar a la persona que lo encarne.”
Un caso que ejemplifica muy bien esta situación, es el de actores que viajan desde muy lejos con expectativas específicas que no siempre coinciden con lo que el casting demanda. “He visto actores que vienen de otro país y dicen ‘yo quiero ser Simba’, por poner un ejemplo. Pero no, quizá les dan callback para otro personaje, como Zazú.
Y cuando llegan al siguiente llamado y dicen ‘me dieron Zazú, pero la verdad quiero ser Simba’, ahí ya se pierde la oportunidad. Porque un actor que no está dispuesto a seguir la visión del director o el equipo creativo demuestra que no tiene la flexibilidad necesaria.”
Julieta insiste en la importancia de respetar el trabajo creativo y de entender que las audiciones son un espacio de prueba y descubrimiento. “Es fundamental no basarse solo en lo que has visto en videos, en interpretaciones previas o en traducciones.
El personaje está creado, y cada producción tiene una intención clara. Tu trabajo es ser fiel a eso, aportando tu esencia, pero sin intentar reinventar el personaje en la audición”.
Esta visión, que combina disciplina, respeto por la dirección y humildad para aprender, es el ingrediente que Julieta reconoce como clave para aquellos artistas que trascienden y logran consolidar su carrera dentro del mundo del teatro musical.
Proyectos que Marcan una Carrera: De Fantasma de la Ópera a El Rey León
Uno de los proyectos que Julieta González considera especialmente transformador en su carrera fue El Fantasma de la Ópera, el primero en el que se enfrentó a la producción de un musical. “Fue todo un reto y una curva de aprendizaje enorme,” recuerda. Sin embargo, su verdadera “graduación” llegó años después con El Rey León, que produjo 15 años más tarde, en un momento en el que tenía mucha más madurez y un entendimiento profundo de su profesión y su rol dentro de la producción.
“Además, he tenido la oportunidad de hacerlo tres veces: dos en México y una en Brasil.”
Para ella, El Rey León significa un marco de aprendizaje fundamental y representa un momento clave en su trayectoria. “Cada proyecto es distinto y depende mucho del equipo, el elenco y el equipo creativo que tienes enfrente, siempre implican retos diferentes. Pero Rey León me dio la estructura para entender muchas cosas y me marcó profundamente,” concluye.
Éxito y Vulnerabilidad: La Experiencia de Julieta
Julieta González reflexiona sobre cómo ha cambiado su mirada sobre el éxito a lo largo del tiempo.
Hace 15 años, el concepto de éxito no era una medida personal para ella; hoy en día se reconoce como una profesional exitosa, pero esa sensación de “no ser suficiente” sigue presente. “Sé que soy una profesional exitosa hoy día, pero siempre está como esto que nos ronda a todos, y creo que particularmente a todas. Es esta cosa de no eres suficiente. El síndrome del impostor. A mí me ataca a cada momento. A mis 60 años me sigue atacando y me lo sigo cuestionando y me lo sigo preguntando”, comparte Julieta con sinceridad.
Para ella, el éxito no se ha definido tanto por logros externos o reconocimiento, sino por la constante lucha interna y el compromiso con seguir aprendiendo y creciendo en su profesión.
El Músculo de la Resiliencia: La Clave para Superar Retos
Aunque el síndrome del impostor existe, Julieta ha desarrollado herramientas poderosas para no dejarse vencer por esa voz interna que cuestiona su valía.
Además, trabaja continuamente en su equilibrio interior mediante la práctica constante de yoga, la cual considera fundamental para enfrentar los ataques de ansiedad que a veces surgen de manera inesperada.
Recuerda un momento especialmente difícil justo antes de iniciar la producción de El Rey León, cuando tras una fuerte gripe comenzó a sentir un malestar que no lograba identificar. “Me desperté casi teniendo un ataque de ansiedad y no me había dado cuenta”, dice. Consciente de que debía respirar y poner atención, descubrió que la inseguridad provenía de preguntas como “¿estamos todos listos?”, “¿hicimos lo correcto?”, o “¿pusimos bien los precios o la campaña de marketing?”. Pero la raíz más profunda estaba en una experiencia dolorosa que le recordaba aquel momento en Brasil cuando perdió a su marido durante la etapa de audiciones de El Rey León. “Me llevaba a un lugar del dolor, como si estuviera al borde del abismo, pero supe que tenía que afrontarlo, respirar y ejercitar el músculo de la resiliencia.”
Hoy, con la producción de El Rey León brillando en los escenarios de México con una puesta en escena visualmente impactante y tecnológicamente fascinante, Julieta reafirma que esa fortaleza interna es clave para mantenerse en pie y seguir adelante, a pesar de las dudas y los momentos difíciles.
Aprendizajes y Consejos para Mujeres que Lideran en el Entretenimiento
Julieta recuerda que cuando comenzó su carrera, a los 26 o 27 años, la industria del teatro estaba marcada por un fuerte sesgo masculino. En muchas reuniones era la única mujer entre un grupo de hombres, lo que la llevó a intentar mimetizarse con ellos para no ser menospreciada: “Tratar de ser más hombre, hacerte más fuerte, vestirte de una manera diferente… pasé por muchas de esas.” Sin embargo, reconoce que hoy la realidad es muy distinta. “Ahora hay muchas más mujeres, muchas jóvenes que están abriéndose camino en esta carrera de la producción, y que han abierto brecha para otras.”
Julieta enfatiza que para quien quiera aventurarse en esta industria, la clave está en mantener viva la pasión y el aprendizaje constante:
“Lo primero es no dejar de ver teatro. Nunca dejes de ver las obras, sean chicas, medianas o grandes. Siempre hay algo que te dejará un aprendizaje.” Subraya la importancia de ejercitar el ojo teatral para aprender de personajes y producciones.
Para Julieta, el teatro no se hace en solitario. Todo proyecto escénico requiere de colaboración real, respeto entre disciplinas y un compromiso genuino con el equipo. Conocer a tu productor, confiar en tu director y entender que todos están remando hacia el mismo objetivo es fundamental. Porque cuando se trabaja en conjunto, cada integrante tiene más posibilidades de brillar. Al final, como bien lo dice Julieta, se trata de remar juntos para que el espectáculo suceda —y trascienda.
Desde Center Stage agradecemos profundamente a Julieta González por regalarnos su tiempo, su mirada estratégica y su historia contada con tanta honestidad, claridad y generosidad. Escucharla es un recordatorio de que el mundo del entretenimiento no sólo se construye con pasión y creatividad, sino también con estructura, trabajo en equipo, visión a largo plazo… y esa chispa de valentía creativa que vuelve posible lo extraordinario.